viernes, 2 de mayo de 2014

La piedra viva

¿Quién es Jesús?

 Es una de las preguntas que muy pocas personas se hace. Y es que al menos Su nombre es muy conocido en todas partes. El mundo tiene una concepción muy distinta de quién es Jesús a la que tienen los que verdaderamente quieren seguirle y obedecer a Sus preceptos. El mundo dice “Jesús te ama” y el seguidor de Cristo dice: “El amor de Jesús no está en tela de juicio”, el religioso dice “Dios es amor” y el siervo fiel expresa: “Cristo va a juzgar a cada uno”, el falso congregante evangélico dice “Jesús vino para pagar por tus pecados” y el verdadero cristiano expone “arrepiéntete y deja tus malos caminos tomando tu cruz”

He aquí una caracterización de Jesús que encontramos en el libro de Isaías, haciendo referencia al que sería El Mesías:

Isaías 11:1-5…

“1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. 2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.”

Muchos sinónimos son los que se le han otorgado a Jesús, entre ellos podemos encontrar: El Salvador, El Cristo, El Señor, Maestro, Creador, Redentor, Libertador, Hijo de Dios, etc. Aun, uno de Sus apóstoles se refirió a Jesús con otro sinónimo que más adelante veremos. A continuación vamos a analizar una porción de la primera carta del apóstol Pedro, lo cual nos llevará a revisar algunas de las enseñanzas de Jesús, con el propósito de profundizar en cuanto a ¿Quién es Él?

Lo que perece y lo que permanece

1 Pedro 1:24,25

“1 Porque: Toda carne es como hierba,  Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; 2 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.”

Todo lo que hay en este mundo perece, sí observamos a nuestro alrededor nos damos cuenta de que todas las cosas tienden a desaparecer con el paso del tiempo, cualquier tipo de material por más resistente que sea, llegará un día en que desaparecerá, incluso sabemos que nuestro cuerpo material también se descompondrá con el paso del tiempo.

No sólo las cosas materiales van a perecer, incluso el pensamiento e ideas del hombre también. La gloria del  hombre tiende a ser vana, algo mundano. Y aunque los pensamientos e ideas del hombre logran trascender incluso generando otras nuevas ideas, siguen siendo de este mundo, por lo tanto perecerán.

Contrario a lo anterior, la Palabra de Dios permanece para siempre, no se trata de un pensamiento que pasa de moda o que se aplica a cierto tiempo de la historia, sino que se aplica en cualquier época; más ahora en estos tiempos en los cuales la maldad de los hombres se ha multiplicado en gran manera.

Lo que debemos desechar

1 Pedro 2:1-3

“1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.”

Con base en el versículo 1 del pasaje anterior, revisaremos algunas enseñanzas del Señor Jesucristo que nos señalarán algunas de Sus características cuando estuvo en este mundo.

Todo esto es lo que debemos desechar:

Malicia: Mala intención en lo que se hace y se piensa y que se disimula para que los demás no se den cuenta.

Lo anterior nos habla de maldad, es0 es algo que debemos desechar de nuestras vidas, algo que no debe existir en una persona, sí es que esa persona está en luz. Vemos el ejemplo de aquellos que se acercaron al Señor para tentarle, preguntándole sí era lícito dar tributo al cesar (Mateo 22:18) estas personas no se acercaron al Señor con el objetivo de aprender de Él, no se acercaron con una buena intención aunque por fuera daban una apariencia de interés en lo que Él respondería. Esa malacia fue percibida por Jesús y por eso les dijo “Por qué me tentáis hipócritas”. Como vimos en la definición del término, la malicia no sólo son las acciones vestidas de maldad, sino los pensamientos que encaminan a una doble intención. Entonces notamos que una de las características del Señor Jesucristo es que “Él sabe la malicia que hay en las personas externa e interna y en ninguna manera podrá ser engañado por esas dobles intenciones con las que el hombre se acerca a tentarle”

Engaño: Hacer que alguien crea lo que no es cierto.

Esto es a lo que llamamos “falsedad”. Cristo dijo a Sus discípulos que en los postreros tiempos vendrían engañadores y que aun  engañarían a muchos (Marcos 13:5-6). Eso es lo que hoy día vemos en el mundo, muchos falsos profetas están engañando a las personas predicándoles un falso evangelio, diciéndoles mentiras, encubriendo sus pecados y manteniéndoles en cautiverio. Lo peor del caso es que muchas de esas personas, aun dándose cuenta de tal engaño, pretenden seguir viviendo en esas tinieblas, “quieren ser engañados”. Esa es una de las cosas de las cuales debemos guardarnos hermanos, no solamente de los lobos rapaces que quieren engañarnos, sino de engañar nosotros mismos a las personas, o dejarles que vivan en engaño. Es nuestro deber predicar la verdad, y avisar a las personas acerca de la necesidad de dejar sus malos caminos y de la importancia de arrepentirse para hacerse al señorío de Dios porque vendrá juicio sobre toda nación de este mundo. No dejemos a las personas en su engaño, cuando tengamos oportunidad y notemos que alguien está viviendo en engaño, mostrémosle cuál es la voluntad de Dios con respecto a tal situación engañosa. Vemos ahora que “Jesús sabe muy bien qué es el engaño y conoce a aquellos que están engañando a los seres humanos con falsas enseñanzas que no se apegan a la verdad”

Hipocresía: Fingimiento de sentimientos opuestos a los que en realidad se tienen (fingir lo que no es)

“Guárdense de la levadura de los fariseos que es la hipocresía” (Lucas 12:1-3) dijo Jesús a sus apóstoles. La hipocresía es ponerse una máscara para mostrar una apariencia falsa a los demás, es ocultar cosas por temor a mostrarnos tal cual somos, es poner una cara de contentamiento cuando en nuestro corazón hay resentimiento. La hipocresía también debe ser desechada, debemos ser cartas abiertas que se muestren limpias por dentro y por fuera, no tratando de esconder algo, porque aun todo eso llegará el día en que incluso se gritará en las azoteas de las casas. Observamos entonces que “Jesús no soportará a los hipócritas que se muestran con una apariencia falsa delante del Él y de su prójimo”

Envidia: Tristeza y pesar por no poseer lo que tiene el otro.

La envidia es una aflicción del espíritu, es ver que alguien más tiene alguna capacidad o habilidad que nosotros no tenemos y desearla de manera equivocada, esto es, codiciándola. (Ec 4:4) No es malo admirar las virtudes de los demás, tampoco es malo acercarse a un hermano y preguntarle cómo es que logra tal cosa, haciéndole saber con una buena intención que deseamos aprender de tal habilidad. Sin embargo, muchas veces el hombre ve que su prójimo tiene una capacidad diferente con la cual logra realizar buenas cosas y en lugar de admirarlo, se enoja contra su prójimo y se aflige por que él no posee dicha habilidad. Esto ocurre también con los bienes materias, los cuales son codiciados por el hombre, las personas ven que alguien tiene muchas posesiones o dinero y tienden a caer en envidia codiciando los viene ajenos.

“13 Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”

Entonces “Jesús no acepta a aquellos envidiosos que codician las habilidades, capacidades o virtudes de su prójimo, porque para empezar, Él enseña que la vida del hombre no consiste en nada de los que posee”

Detracción: Hablar mal de alguien.

Murmurar es uno de los pecados más abominables para Dios (ver el pasaje que habla acerca de la murmuración de Aarón y María contra Moisés) en Santiago 4:11 se nos exhorta a que no murmuremos los unos de los otros.

 Cuando sabemos que alguien tiene algo contra nosotros o que nosotros mismos tenemos algo contra alguien, podemos caer en la tentación de murmurar acerca del asunto e incluso tener pensamientos impuros y perversos en contra de nuestro prójimo, por tanto dijo Jesús: “si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.”  (Mateo 5:22,23) Ahora podemos decir que “Cristo no acepta en ninguna manera la murmuración, Él más bien nos ánima a vivir en paz con los demás y arreglar las diferencias que podamos llegar a tener”

La leche espiritual que da fruto en crecimiento

Con base en algunas de las características de Jesús anteriormente mencionadas, hacemos los siguientes cuestionamientos: ¿Realmente deseamos la “leche espiritual no adulterada” de la que habla el apóstol Pedro?, ¿Estamos anhelando desesperadamente las cosas espirituales que vienen de parte de Dios en nuestras vidas?, ¿Así como el niño recién nacido busca desesperadamente el pecho de su mamá?, ¿Tenemos esa hambre de aprender de Jesús sin importar el precio?, ¿Estamos “progresando” en este camino o seguimos en el “proceso evangélico”?, ¿Estamos siendo como ese árbol que da buen fruto?

Jesús habló acerca de que los que permanecieran en Él, esto es en Sus enseñanzas, llevarían mucho fruto. Habló acerca de llevar fruto como lo hacen los pámpanos de la vid, Cristo no obliga a que las personas lleven ese fruto, sino que ese fruto se da por sí solo, sí es que estamos permaneciendo en el amor del Señor, es decir, el fruto de la vida cristiana es el reflejo de obedecer a los estatutos requeridos por Jesucristo el Señor. Debemos esforzarnos a vivir conforme a Su voluntad, porque en nuestras propias fuerzas no lograremos obtener ese fruto (como el mundo pretende hacerlo) El esfuerzo es por vivir en el estatus de vida requerido y enseñado (con el ejemplo) por Jesús y no por querer obtener a la fuerza ese fruto.

Veamos ahora cuál es ese fruto al que Jesús se refería: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22,23) y vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2 Pedro 1:5-8) Después el apóstol Pedro añade en verso 8: “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” Los frutos anteriormente mencionados son los que se van a dar sí es que estamos permaneciendo en Cristo; recordemos que permanecemos en Él sí verdaderamente le amamos y aquel que le ama es el que le obedece guardando Sus mandamientos (Juan 14:21) Todo esto concuerda con lo que escribió el apóstol Pablo en su carta a los Colosenses, en donde les animaba diciéndoles: “Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10) Es decir que, viviendo conforme a lo que enseñó nuestro Señor Jesucristo, en nuestras vidas se verán reflejadas todas estas características, las cuales nos moverán a hacer toda buena obra de justicia en este mundo.

¿Cuál es la benignidad del Señor?

Los beneficios del Señor son innumerables, son tantas las cosas con las que Dios se ha mostrado trayendo bendición a nuestras vidas, que sí las pudiéramos escribir, como dijo el apóstol Juan: “ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25) Sin embargo podemos echar un vistazo a tales beneficios simplemente analizando el Salmo 103, donde dice que:

- Él es quien perdona todas nuestras iniquidades y sana toda dolencia (v 3)

- El que rescata del hoyo nuestra vida mostrando sus favores y misericordias (v 4)

- El que sacia de bien nuestras bocas (v 5)

-El que hace justicia y derecho a los que padecen violencia (v 6)

- El que no nos ha pagado conforme a nuestros pecados e iniquidades, devolviéndonos bien por mal (v 10)

La benignidad del Señor la vemos en Sus instrucciones: enseñándonos a:

-No enojarnos contra nuestro hermano sino a ponernos de acuerdo con él cuando exista un desacuerdo.

-Comprender que el matrimonio es para siempre y que para Él no existe el divorcio, aunque muchos quieran justificarse utilizando la excepción sacada de contexto que dice “a no ser por causa de fornicación” la cual se refiere a relaciones ilícitas delante de Dios, en las mismas, sí se permite tal desunión.

-A no jurar por nada de este mundo, porque lo único que necesitamos es cumplir con nuestra palabra diciendo sí ó no. El mundo ha recurrido a los juramentos porque la sociedad se ha acostumbrado a no cumplir con su palabra. (mentir, engañar, transgredir)

-A amar a nuestros enemigos devolviéndoles bien aunque nos hagan mal, lo cual es una locura para este mundo.

-A ser bondadosos con discreción y modestia, es decir, no jactándonos de que somos caritativos haciendo tocar trompeta para que todos vean cuan buenos somos.

-Mantenernos en comunicación con Dios a través de la oración.

-Nunca confiar en el dinero o hacernos tesoros en la tierra donde todo perece.

-No emitir juicios propios con respecto a los demás.

-Dejar el afán por el día de mañana, enseñándonos a vivir día en día buscando primeramente las cosas de Su Reino.

-A esforzarnos en este camino angosto.

Viviendo de tal manera aquí en este mundo, Jesús trae a nuestra vida orden y descanso para nuestras almas, ¿Te has dado cuenta de que Él es bueno?, ¿Ha visto y probado Su bondad?

En Mateo 7:24 dice el Señor: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la ROCA”

¿Piedra viva o sin vida?

Ahora sí, con base en el versículo anterior, analizaremos el sinónimo con el cual el apóstol Pedro describe a Jesús.

1 Pedro 2:4,5

“4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”

Sabemos muy bien que una piedra no tiene vida, y cuando pensamos en una piedra podemos imaginarnos los usos que se le pueden dar. Es así que una piedra puede sernos un estorbo y lastimarnos o puede sernos de mucha utilidad y ayudarnos. El apóstol Pedro habla de una “piedra viva” refiriéndose a Jesús, el cual ciertamente por muchos ha sido rechazado, mas para otros muy apreciado. Para estos últimos, como dice en verso 5, Cristo es el modelo a seguir en este tiempo (vosotros también, como piedras vivas) Seamos pues imitadores de Jesús andando como a Dios le agrada y ¿en qué tenemos que agradarle a Dios sino en todo? El mismo apóstol Pablo exhortaba a los corintios diciéndoles: “Procuren serle agradables” (2 Co. 5:9) y a los efesios le decía: “Comprueben lo que es agradable delante del Señor” (Ef. 5:10) ¿Cómo es que comprobamos algo?, es acaso ¿quedándonos sin hacer nada? o ¿tomando acciones?, el apóstol Pedro dijo que Dios se agrada del que le teme y hace justicia (Hch. 10:35) y el escritor de Hebreos hace mención de los sacrificios (acciones) que son agradables a Dios: “hacer el bien y ayudarnos mutuamente” (He. 13:16). Más aun vamos a ver un pasaje de la Escritura en donde es Cristo mismo quien nos ilustra acerca de esto: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:29) Vemos que Jesús vivía para agradar a Dios el Padre, y en eso debemos ser sus máximos imitadores.

La piedra principal

Para concluir este breve análisis, vamos a examinar la última parte del versículo que nos ha servido como estructura:

1 Pedro 2:6-8

“6 Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. 7 Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon,  Ha venido a ser la cabeza del ángulo; 8 y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,  porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.”

Cristo no defraudará a Sus seguidores, por lo tanto no dudemos acerca de Su poder, entendemos que creer va conjuntamente con obedecer, hacer y practicar lo que Él nos enseña. Para los que no creen, es decir, para los que no le obedecen, Jesús es tropiezo, para ellos es un estorbo; no hacen caso a Su mensaje porque por esa incredulidad y falta de fe (sin la cual no se puede agradar a Dios) es imposible hacer lo que Él pide y ordena, por eso le desprecian y le han convertido en una piedra reprobada (Hch 4:11)

Cuando estamos predicando en la calles, hay algunos que al pasar nos dicen “soy ateo”, “Dios no existe” entre otras muchas cosas blasfemas. Con respecto a eso, es importante señalar que el hecho de que una persona no crea en Dios, en ninguna manera cambia las cosas con respecto a Su existencia. El hombre incrédulo pretende mostrarse rebelde ante la existencia de Dios y dice que Dios no existe sin tomar en cuenta que Dios no es un algoritmo con el cual, siguiendo ciertos pasos llegaremos a descubrirlo. No hay una formula científica para comprobar la existencia del Creador; sin embargo podemos demostrar a las personas que Dios si existe a través de nuestro testimonio, mediante nuestra acciones, mostrando con nuestras vidas un ejemplo real de que Dios es verdadero. La razón por la que existen muchos ateos en el mundo es porque sólo han visto falsedad en las personas que se dicen ser cristianas pero que con sus hechos niegan la existencia de un ser divino que realmente liberta a las personas de una vida en esclavitud (al pecado). Pero, para los que creemos, esa piedra viva es muy valiosa, nuestro fundamento y modelo a seguir.

Es muy fácil decir “Jesús te ama” y dar una explicación muy bonita de quién es Cristo en folletos, pero hemos visto el fruto de eso y es muerte, las personas que viven impíamente toman ese mensaje evangélico y terminan diciendo: “oh Jesús me ama, entonces no importa que siga pecando, Él me seguirá amando tal como soy”. Esto se debe a que muchos que han sido mal enseñados distorsionan las Escrituras y dicen equivocadamente a la gente “Tú no eres salvo por lo que hagas, sino por lo que Jesús hiso por ti, porque Él ya recibió el castigo por ti”. Por eso, primeramente mostramos a la gente que está pecando contra Dios como lo hizo el apóstol Pedro (Hechos 2:14-38, 3:11-26) predicamos el arrepentimiento, el evangelio del Reino como Cristo hizo y ordenó a sus discípulos y “no echando las perlas a los puercos”; sabiendo de antemano que el amor inmenso de Cristo no está en duda, sino más bien nuestro amor por Él; comprendiendo esto, entonces decimos a las gente: “Cristo venció en la cruz para liberarte de la esclavitud (para que seas salvo de esta perversa generación), es la oportunidad para rendirte al señorío del Señor y caminar en obediencia a Sus estatutos, Dios ya hizo Su parte, nos toca a nosotros responder a Su llamado”  

Al final no podemos quedarnos en una posición cómoda, o decidimos seguir a Cristo edificando sobre la roca, o desechamos tal fundamento y construimos sobre la arena (cualquier otro fundamento mundano) lo cual sabemos terminará en destrucción y perdición.

Jesús dijo:

“¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo? Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.” (Lucas 20:17,18)

“Cristo se compadece de los que le temen y viven para servirle obedeciéndole en todo, esforzándose a hacer lo que Él pide, pero a aquellos que no le obedecen y no se rinden a Su señorío simplemente los destruirá” ese sería un buen texto para la portada de un folleto….

Gloria a Dios por Su Palabra

Por Pedro Santos


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